domingo, 8 de julio de 2012

OPETH - "Morningrise": Una obra maestra perfecta e insuperable


La carrera musical de OPETH ha sido exponencialmente ascendente desde sus inicios hace ya quince años, cuando un grupo de chavales formaron una banda llamada ERUPTION que se dedicaba a versionear a BATHORY, DEATH, etc. Desde entonces, los suecos capitaneados por el genio Mikael Akerfeldt han ido creciendo disco a disco, año tras año, obra maestra tras obra maestra, hasta convertirse en una banda de gran renombre, capaz de aunar en su propuesta al público más variado. Hace unas semanas se editaba el octavo disco en la carrera de OPETH, "Ghost Reveries", evolucionando hacia nuevas sonoridades, con una producción renovada y cada vez más elementos progresivos de los setenta en su música. Pero el camino que les ha llevado hasta este nuevo disco, el primero con Roadrunner, ha sido largo. El motivo de esta retrocrítica es recordar el disco que a mí más me marcó de OPETH. Habrá quién diga que no es el mejor (cosa difícil con los suecos, porque cada entrega tiene calificativo de sobresaliente), pero yo siempre le tendré cariño especial por ser el disco que me abrió las puertas a su música. 

Corría el año 1996 y OPETH estaban en un terreno todavía muy underground a nivel de público, pero no de crítica. Con "Orchid", su magnífico debut dos años antes, habían cosechado excelentes comentarios por ser una banda tan atípica y variada. Era increíble ver como los periodistas musicales se liaban para definir con una etiqueta la música del entonces cuarteto sueco. De hecho OPETH pueden presumir de tener un sonido y un estilo únicos e inclasificables: Rock Progresivo de CAMEL, RUSH, PORCUPINE TREE (Mikael tiene una relación muy estrecha con Steven Wilson) mezclado con Death Metal, pasajes Doom, y un largo etcétera. Simplemente OPETH y así nos entendemos. En 1996 la banda tenía una formación aparentemente estable con Mikael como miembro principal en unión a su eterno compañero Peter Lindgren, y Anders Nordin en la batería. Además, y como músico de sesión (aunque casi se podía considerar un miembro oficial de OPETH en esos años), Johan DeFarfalla al bajo. Atrás quedaban sus tiempos maqueteros con David Isberg a la voz, y por fin desde 1992 OPETH se convirtió en una banda seria con mucho futuro. 

El disco se abre con mi tema favorito de OPETH, "Advent". Es la canción que mejor resume el sentimiento de OPETH, con un inicio in crescendo que nos traslada al riff más pegadizo que el grupo ha compuesto, con un Mikael en las tareas vocales que se sale. La parte extrema del grupo se entremezcla con unos breves pasajes acústicos dónde Mikael nos muestra su faceta melódica en la voz, pero sin casi darnos cuenta nos topamos con un fantástico riff y una línea de bajo demencial que nos hará mover la cabeza sin darnos cuenta, hasta que el decadente final nos devuelva a la realidad. Trece minutos de absoluta maestría. 

Le sigue la canción más odiada por los propios miembros de la banda, "The Night And The Silent Water". Es una muy buena composición para mi gusto, a pesar de lo que diga Mikael, aunque bien es cierto que a veces suena un poco inconexa. En cualquier caso sirve de anticipo para otra joyita, "Nectar", una de las canciones más complejas y con más cambios que haya compuesto OPETH, capaz de pasar de la rabia más exagerada a los pasajes más sutiles, sin problemas. Las melodías de guitarra que Mikael y Peter se sacan de la manga son tremendas: ¡hacen llorar a sus instrumentos!, y qué decir del puente de la composición, pura melodía y sentimiento con Mikael de nuevo en estado de gracia tanto en la voz limpia como en la gutural. Pero eso no es todo, el grupo nos sorprende de nuevo en la parte final de la composición con un pasaje de puro Death Metal épico, dónde el bajo de DeFarfalla vuelve a dibujar líneas increíbles. 

Y llegamos al tema más pedido por todos en sus directos (pero Mikael no nos hace ni caso), esa maravilla de más de veinte minutos de duración que se llama "Black Rose Immortal". Su inicio no puede ser más potente, con un riff que de nuevo nos transporta a la faceta extrema del grupo, pasando por uno de los pasajes más épicos de OPETH, dónde la cultura vikinga nos vendrá a la mente (a la par que grupos como BATHORY, cómo no). El sonido de las olas del mar nos transporta a un pasaje dónde las guitarras acústicas nos dibujan melodías en el aire, pero sin darnos cuenta los riffs más metaleros vuelven a aparecer con la voz gutural de Mikael aún más oscura que de costumbre, y de nuevo uno de los puentes instrumentales más brillantes, con un intercambio de solos entre Peter y Mikael increíble. No he dicho aún nada de Nordin, pero no sería de justicia resaltar la labor del entonces amigo de Mikael y compañero de fatigas desde sus inicios, con constantes cambios de ritmo y estructura, pero lleno de precisión. La voz limpia y luminosa de Mikael nos guía en la oscuridad en un pasaje acústico excelente que constituye el punto medio del tema, que de nuevo, en estructura cíclica, vuelve a los derroteros de Death-Doom épico que degenera en un susurro de Mikael diciendo el título del tema y que recupera de nuevo las hipnotizantes guitarras acústicas, las cuales nos acompañarán hasta el final, dónde un grito estremecedor de Mikael nos devuelve a la realidad. Lo bueno de esta canción es que pese a su duración cada vez que la escuchas se hace más corta y original, llena de matices que no habías oído hasta entonces. 

El disco se cierra con un tema melódico cargado de sentimiento, "To Bid You Farewell", quizás la canción semi-acústica más bella que han compuesto OPETH junto a "Credence" del "My Arms, Your Hearse" o "Face Of Melinda" del "Still Life", y toda una lección de lo que debe ser una balada. Es en estos temas, algo constante en cada disco de OPETH, dónde más se ve el amor de Mikael por los setenta y por grupos como CAMEL o LED ZEPPELIN, y una prueba más de la versatilidad del guitarrista, cantante y compositor principal a la hora de expresar sus ideas en un pentagrama. Se puede pensar que acabar con una balada no es lo más adecuado, pero es que hay que escuchar el tema para comprenderlo, la sensación que transmite es única, ideal para escucharlo observando la magnífica portada con esa casa fantasmal (algo que el blanco y negro potencia) reflejada en el agua. 

La versión reeditada en vinilo y en CD de este disco contiene un tema extra de 1992, cuando todavía Isberg estaba a la voz, y que constituye un ejemplo claro de cómo Mikael y compañía ya empezaban a despuntar en esos años como una banda única y original (a pesar de que su sonido es terrible). Muchos riffs de este tema, "Eternal Soul Torture", suenan en "Advent", así que como documento histórico es interesante. 

Todo en este álbum es perfecto, desde las composiciones (nunca en cinco temas nada más se pudo decir tanto), pasando por las interpretaciones de cada uno de los componentes y acabando con una magnífica producción, que aunque puede sonar fría, es esencial para incrementar la oscuridad de la música de OPETH. El omnipresente en la escena sueca, Dan Swäno es el artífice de este sonido tan característico. 

Tras "Morningrise", OPETH sufrió un varapalo importante. Johan DeFarfalla dejaba de ser miembro habitual y el amigo de juventud de Mikael, Anders Nordin, abandonaba definitivamente el grupo (o fue invitado a salir, de estas cosas es mejor no hablar). Tan sólo la pareja de guitarristas seguía al frente de OPETH. Esto generó que Mikael se planteara la disolución definitiva del grupo. Afortunadamente esto no sucedió, y casi dos años después OPETH volvía con un nuevo disco que supuso su salida de subsuelo metalero, y su entrada en el grupo de bandas universalmente conocidas, "My Arms, Your Hearse" supuso la entrada del primero de los martines en el grupo, Martin López, uruguayo de origen y procedente de los también geniales AMON AMARTH. Posteriormente entraría Martin Méndez, compatriota de López. Esta formación, pétrea y estable desde entonces grabaría otras joyas en la carrera de OPETH como "Still Life" (su disco con Peaceville), el magnífico "Blackwater Park" y el dúo de discos "Deliverance" / "Damnation", dónde (en el segundo de ellos), Mikael daba rienda suelta a sus influencia setenteras con un disco totalmente acústico. 

OPETH están llamados a ser el grupo más grande del Metal en su enorme extensión, y sino al tiempo. Únicos, muchas veces se pueden ver influencias de ellos en grupos como los italianos NOVEMBRE o los germanos DISILLUSION, pero nadie que les alcance ni de lejos. Y es que OPETH son inimitables, sólo ellos pueden hacer una mezcla tan variada de estilos sin que se note forzado. "Ghost Reveries", con Per Wiberg en los teclados como miembro oficial, ayuda a que den un paso más en su carrera hacia el paraíso musical, algo fácil de alcanzar dado que Mikael Akerfeldt y compañía son genios, y su música perdurará generaciones y generaciones. Mientras tanto no dudes ni un momento en hacerte con "Morningrise", o cualquier disco de su historia, y sobre todo acude a uno de sus directos, increíbles y memorables. Parece que el deseo de Mikael, que tuvo tras comprar el "Number Of The Beast" de los MAIDEN con ocho años, de crear una banda de Metal se ha convertido en real. ¡Y de qué manera!

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

No hay comentarios:

Publicar un comentario