jueves, 26 de julio de 2012

KATATONIA - "Night Is The New Day": De nuevo hacia la introspección


Hubo una época en que mi horizonte se formaba en cabeza por dos bandas: OPETH y KATATONIA. Gracias a ellas, sin hacer uso de modernidades ni elementos avanzados que generan aficionados autómatas y sin el más mínimo sentimiento por la música, más que un deseo por tener el disco duro más grande que el de al lado, este que suscribe descubrió muchísimas buenas bandas: leyendo entrevistas a sus miembros, desgranando uno a uno los agradecimientos y saludos a bandas de sus créditos, investigando a su vez en otros proyectos... Si hay algo que les debo a estas dos formaciones es abrirme hacia muchas ilusiones y sonidos que ni sabía que existían. Y hubo un tiempo en que ambos fueron grandes. Ya no en mi caso personal, que siempre he devorado con devoción sus discos, sino en el no siempre bien definido terreno de la objetividad. Pero esos tiempos pasaron y aunque algunos sigamos empeñados en querer ver en ellos algo, que otros han dejado de ver, hay que ser justos: ya no son lo que eran.

Ahora no toca hablar de OPETH, ya llegará el día... pero sí es el momento de Renske y Nyström (e iba decir y compañía, pero parece que lamentablemente para su sonido de conjunto, aunque no creo que en el apartado de la creatividad, según han anunciado recientemente en su web, los hermanos Norrman han abandonado el barco). Y es el momento de recuperar un interés que en gran parte había perdido en KATATONIA con “The Great Cold Distance”, disco que al principio acogí con entusiasmo, pero que según avanzaba en su escucha me parecía de lo más planito y normalito salido de la pluma de estos seres tan particulares. Y es que, dejando a un lado su “antes”, con ese insuperable “Brave Murder Day”, probablemente el mejor disco grabado por los tres culpables de mis desvelos, Renske, Nyström y el divino de la muerte Mikael Akerfeldt, ya sea bajo el nombre de uno o de otro grupo de los dos aquí citados, KATATONIA podía presumir de tener una evolución o más bien reinvención, en la que cada disco parecía aportar algo nuevo y nunca encontraba uno el cansancio.

Si “Discouraged Ones” pudo ser una sorpresa para muchos que esperaban “otra cosa”, lo cierto es que KATATONIA había encontrado una nueva forma de expresión en la que se movía a la perfección: Renske aún no había abandonado sus limitadas dotes como batería, pero sí que había descubierto que su voz melancólica y envolvente tenía mucho que ofrecer, en medio de un entorno obsesivo, opresivo y casi asfixiante, que como sus portadas, invitaban a dejarse llevar hasta lo más profundo de la desesperanza y al mismo tiempo sentir paz y sosiego. Y Nyström había descubierto como la sutileza y el ritmo pueden constituir dos elementos fundamentales, sin que sea preciso hacer un alarde de fuerza. De ahí en adelante, todo fueron alegrías, dicho como termino antagónico, y hasta con clásicos personales como son “Last Fair Deal Gone Down”, disco en el que se volvieron a reinventar hacia terrenos algo más pesados y pegadizos, gracias a la conformación por fin completa de la banda y sobre todo “Viva Emptiness”, trabajo que probablemente tenga el record de rotaciones en mi reproductor junto al “Blackwater Park” de OPETH.

Por todo lo dicho, esperaba con cierta inquietud “Night Is The New Day”. ¿Sabrían volver a recuperar la magia? ¿Volverían a empezar? Bueno, pues así de primeras decir que este disco es un canto a la esperanza, es pecar de ser optimista. Escribo estas líneas cuando, después de varias semanas con el disco en mi poder, las rotaciones esporádicas han sido unas cuantas, y al principio decir que me decepcionó es decir poco. Más lento, menos inmediato, y aunque más variado, más difícil de retener, eran elementos que me venían a la mente en más de una ocasión en las primeras escuchas. Me resultaba difícil destacar algo, aunque al mismo tiempo cada tema era identificable, cada canción era distinta y había momentos para todos los gustos. Pero en general, la sensación de conjunto, era agridulce. Fue entonces cuando empecé a apreciar lo que da de sí el álbum, y a entender por qué Akerfeldt había declarado que era el mejor disco que había escuchado últimamente, y no creo que lo dijese por amistad confesa, sino porque si uno escucha ciertas líneas vocales y sobre todo “Idle Blood”, puede entrever cierta crisis de identidad entre KATATONIA y OPETH, aunque no sé quién ha fagocitado a quien...

Si tuviera que destacar tres cosas de este disco, ahora ya sí que no me lo pensaría: por un lado, salvo en momentos puntuales, las guitarras han vuelto a retomar la dosis de melancolía no inmediata del pasado. Dejando a un lado “Forsaker”, “Liberation” y “Day And Then The Shade” particularmente, KATATONIA ha regresado a su personalidad introspectiva y desoladora, y eso se agradece, aunque como me ha ocurrido a mí, “Night Is The New Day” necesite varias escuchas. Por otro lado, Renske hace un trabajo memorable, y con ello no me refiero a que aparezcan nuevos registros, pero sí que, al no estar tan inmerso en capas de guitarras o en producciones grises como en “The Great Cold Distance”, su voz destaca más y lleva el peso en gran parte del trabajo. Pero finalmente, este disco tiene algo que sí es, al menos tangencialmente, nuevo: un predominio de las atmósferas de teclados y orquestaciones (destacando especialmente en este aspecto “Inheritance”), muchas veces de aire oscuro setentero, que me recuerda a “Last Fair Deal Gone Down”, en versión actual. Parece una tontería, pero uniendo esto, a una producción más natural, la personalidad del disco se potencia y aunque en el apartado de la composición uno necesite paciencia para comulgar con las ideas de Renske y Nyström, el envoltorio goza del mejor papel para que los ahora desaparecidos hermanos Norrman y sobre todo Daniel Liljekvist tengan un papel destacado.

El único “pero” insisto, aunque al final acaba siendo una virtud, es que a la hora de ser compuesto, “Night Is The New Day” no pensaba en el oyente. Esto hace que sea un trabajo de escucha irregular, distinta según con las ganas con que lo afrontes y no siempre reconfortante. Temas como “The Longest Year” o la rítmicamente compleja, y nuevamente opethiana “Onward Into Battle”, pueden resultar tediosos pues parecen no explotar. Otros de aire Doom, inauditos revisando el pasado actual del grupo, como “Nephilim” (aunque al final se ha convertido en mi favorito del disco) o ese intento industrial a lo NIN que les ha salido en “The Promise Of Deceit”, al final reconvertido a la melancolía general, pueden descolocar. Además, parece que hayan cogido un corsé y espolvoreado elementos en él, de tal forma que sin salirse de un esqueleto, cada tema es distinto y único, pero todos, absolutamente todos, discurren sin sorpresas y casi con una duración cronometrada de cuatro minutos, con excepción del último corte. Sin embargo, al final todo encaja: la voz de Renske y los otros dos elementos que citaba al comienzo como destacables, son el verdadero leit-motiv y acaban por conseguir que un disco irregular, se convierta en un trabajo sobresaliente y para ir descubriendo poco a poco.

El resumen de todo esto es: “Night Is The New Day” es un disco de pros y contras. En el primer apartado tenemos la recuperación de una personalidad perdida, un sonido brillante y una vuelta de tuerca en lo que a instrumentación se refiere. El resultado es un disco de pequeñas piedras semipreciosas que hay que ir puliendo. En el segundo apartado tenemos una falta de dirección y de homogeneidad, que no es tanto un defecto, como sí un obstáculo a la hora de escucharlo. El consejo: este disco merece muchas escuchas y no desesperar. Lo que se obtiene de ello es una recompensa adecuada, y sobre todo la sensación de que KATATONIA lo puede volver a conseguir si se lo propone. Ahora sólo falta que Júpiter se alinee con Saturno y que Venus con la Tierra. Pan comido.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

No hay comentarios:

Publicar un comentario